Comercio internacional de alimentos durante la pandemia. Un acercamiento para promover sistemas agroalimentarios resilientes y sostenibles
En un numdo altamente globalizado según los patrones actuales, los alimentos han sufrido un proceso que los han convertido en materias primas esenciales del mercado internacional, pues son objeto de importación y exportación por todos los países del mundo. En América Latina, el valor total de las importaciones y exportaciones equivalen, cada una, a un 23% del PIB regional y en ellas, sobre todo en las exportaciones, los alimentos constituyen un porcentaje significativo (ver cuadro 1). En Ecuador y Guatemala, las exportaciones de alimentos suponen casi la mitad de todas las exportaciones a nivel país. Aunque las importaciones son menores, en países como Colombia y Guatemala superan el 10% de las mercancías que se importan. Por lo tanto, el comercio de alimentos juega un rol importante en los sistemas agroalimentarios nacionales. Por un lado, las importaciones de alimentos hacen parte de la oferta de alimentos disponible en un momento específico para el consumo, independiente del impacto que estas puedan tener en el mediano y largo plazo sobre la oferta doméstica. Por otro lado, el comercio internacional tiene efectos sobre los cuatro pilares de la seguridad alimentaria (ver figura 1), uno de ellos lo constituye la disponibilidad física de los alimentos. Esta disponibilidad comprende el suministro adecuado en los hogares a través de la producción, reservas e importaciones de alimentos, así como la asistencia alimentaria (CE-FAO, 2011 y FAOALADI, 2012). Es importante resaltar que el comercio internacional tiene efectos heterogéneos sobre los productores agropecuarios. Es decir, se encuentra que los más beneficiados de más comercio son los consumidores urbanos y los productores agroindustriales, mientras que los más afectados son los pequeños agricultores y sectores más pobres de la población.
