Conocemos los beneficios del desarrollo infantil temprano, ¿pero cuáles son sus costos?
En materia de desarrollo infantil temprano, contamos con bastante información sobre el efecto que diferentes programas han tenido en los niños pequeños. Por el contrario, sabemos mucho menos sobre su costo y, por tanto, sobre su costo-eficacia. Disponer de información relativa a los costos es crucial. La evidencia de los efectos en los niños es concluyente pero los responsables políticos necesitan conocer el costo que supondrá llegar a más niños.
Hace unos meses Brookings organizó conjuntamente con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Instituto Internacional sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por su sigla en inglés), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial un seminario con el fin de examinar los esfuerzos que actualmente se están llevando a cabo para financiar los servicios de desarrollo infantil, identificar los vacíos que existen en la investigación y discutir la manera de avanzar en la ampliación de conocimiento en esta área. Los participantes analizaron cómo establecer modelos de cálculo de costos, además de aprender diferentes enfoques, incluyendo el del sector salud.
En el seminario también discutimos sobre los factores que influyen en la calidad de los servicios y lo que sabemos acerca del equilibrio costo-resultados. Examinamos, a partir de ejemplos llevados a cabo en Colombia y Turquía, lo que sucede con los costos a medida que los programas se amplían, pasando de ser pilotos a programas de gran escala (“ampliando la escala”). También conversamos sobre el costo-eficacia de agrupar varios servicios para los niños pequeños y sus familias, y estudiamos las inferencias de los costos de las estrategias que buscan llegar a las poblaciones vulnerables con programas de desarrollo infantil temprano.
Aquí presento lo que a mi juicio son los principales aportes de los debates y los próximos pasos en este campo de estudio:
1. Hay margen para mejorar la disponibilidad de datos sobre los costos de los servicios de desarrollo infantil temprano. Los diferentes trabajos expuestos en el taller —modelos presupuestarios detallados para Sudáfrica, más dos modelos regionales, uno de UNICEF para países de África occidental y central, y otro del BID, sustentado en datos de varios países latinoamericanos— demuestran que, en efecto, es posible desarrollar modelos sólidos de cálculo de costos basados en Excel. Pero el modo de proceder en este ámbito —incluido el nivel de detalle necesario para especificar los insumos— está en función no solo de qué información puede ser recolectada con prontitud sino también del objetivo buscado. Lo que se requiere para presupuestar y planificar los objetivos distará, por ejemplo, de lo que se considera suficiente para modelar el costo-eficacia de los programas.
Hubo consenso en el taller en torno a que no sólo la información sobre costos era escasa sino que la que existía no era comparable en todos los programas y países. Esto obedece a la ausencia de protocolos para la recolección de datos y a los esfuerzos dispersos y no coordinados de la comunidad de investigadores.
Una conclusión del taller fue, que sería muy ventajoso desarrollar pautas sobre cómo recolectar la información de los costos de los servicios de desarrollo infantil. Estas pautas podrían orientar a los investigadores en la evaluación de los programas en países de ingresos bajos y medios. Programas como el Fondo para la Evaluación Estratégica de Impacto (SIEF) han concedido una mayor prioridad a la recolección de información de costos para posibilitar el análisis, tanto de los impactos económicos como del costo-eficacia de cada programa; los avances han sido limitados hasta el momento.
La disponibilidad de un patrón o de pautas desarrolladas con aportes de los propios investigadores debería facilitar la recolección de datos y aumentar los beneficios mediante la creación de una base de datos que sea comparable en todos los programas.
2. Lo que contamos no es lo que cuenta cuando se trata del desarrollo infantil temprano. La mayor parte de los datos de cálculo de costos que disponemos corresponden a elementos estructurales de los programas, es decir a insumos tales como infraestructura, proporción de cuidadores por niño y calificaciones formales de los cuidadores/maestros.
Existe limitada información de costos sobre la “calidad del proceso”, que se refiere a la manera como los niños emplean su tiempo y a la naturaleza de su interacción con los cuidadores. Habitualmente, los legisladores se preocupan más de la calidad estructural, incluso si resulta más costoso implementarla, porque sus elementos son medibles, tangibles y pueden ser capturados y, por ende, monitoreados.
No obstante, la calidad del proceso es menos costosa y mucho más importante para los resultados del desarrollo y el aprendizaje de los niños, pero es más difícil de medir, comunicar y ser influenciada. Una necesidad clave para avanzar es entender mejor lo que se requiere para mejorar la calidad del proceso, a fin de argumentar en favor de las inversiones en nutrición y estimulación, que son de bajo costo y alta rentabilidad.
3. Los sistemas son importantes para los costos, la calidad, la equidad y la sostenibilidad. Nuestro conocimiento se está ampliando en lo relativo a los resultados positivos de las intervenciones en el desarrollo de los niños y su bienestar futuro. Sin embargo, raras veces las intervenciones estudiadas se extienden más allá de los programas pilotos, por eso disponemos de información limitada para guiar a los países en materia de costos de implementación a gran escala de los servicios.
Sabemos que es desaconsejable extrapolar los costos y beneficios de un proyecto pequeño a un programa de gran escala, y que los efectos sistémicos pueden ampliar o debilitar sus beneficios específicos. Por ejemplo, suponemos que la calidad puede verse afectada a medida que un programa aumenta su cobertura; que los costos unitarios pueden disminuir (manteniendo constantes las características de la población) luego de una fase inicial de incrementos en los costos cuando los sistemas se construyen para manejar la ampliación de la provisión (por ejemplo, contratación, capacitación), el financiamiento, el monitoreo y la supervisión de los servicios; y, que los costos marginales pueden o no aumentar dependiendo de si la cobertura está siendo ampliada hacia las poblaciones de difícil acceso.
Los participantes del evento estuvieron de acuerdo en que se presta poca atención a los elementos de la construcción de sistemas —capacitación y supervisión, monitoreo y evaluación, mecanismo de pagos—, que son cruciales para la calidad, equidad y sostenibilidad de los programas de desarrollo infantil a gran escala. Construir la base de conocimientos a fin de saber qué recursos se requieren para desarrollar y operar estos sistemas es otra área de investigación altamente rentable.
Son muchas las ventajas que pueden obtenerse de coordinar y mancomunar los esfuerzos de los investigadores y profesionales del área. En el taller, expertos de todo el mundo reconocieron que necesitamos mejorar la recolección de datos sobre el costo y el costo-eficacia. Una vez que contemos con esta información, podremos ayudar a los legisladores a implementar programas valiosos, basados en evidencias, y obtener el mejor retorno de la inversión en contextos donde los recursos son limitados y es intensa la competencia por el presupuesto.
Podremos, asimismo, dotar a los defensores y profesionales del desarrollo infantil temprano de mejores argumentos en favor de un mayor financiamiento, y posibilitar que los donantes prioricen las inversiones, que han demostrado funcionar a escala en contextos de bajos ingresos.
Este articulo fue inicialmente publicado en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 8 de Junio del 2015.
