Evaluando la sostenibilidad fiscal en economías en desarrollo
La sostenibilidad fiscal ha vuelto a ser un elemento clave en el análisis macroeconómico contemporáneo, tanto para las economías desarrolladas como para las economías emergentes y en desarrollo, debido a los problemas de deuda soberana registrados en los países europeos, los cuales se derivan de la crisis financiera internacional. La idea de la sostenibilidad fiscal está íntimamente relacionada con la dinámica de la deuda pública. En ese sentido, la literatura económica nos proporciona una serie de indicadores para analizar dicha sostenibilidad. Uno de los más utilizado es la razón deuda pública total (interna más externa) del sector público, ya sea del sector público no financiero o del sector público consolidado, como porcentaje del producto interno bruto (PIB). Ese indicador muestra que una política fiscal es insostenible si la misma hace que el ratio deuda a PIB crezca de forma constante. La preocupación que surge aquí es la siguiente, cuando la deuda crece de forma constante, a través del tiempo, se convertiría en inmanejable, lo que lleva a consecuencias desagradables como la cesación de pagos o default, alta inflación, ajuste fiscales no deseados, y política monetaria y/o fiscal restrictiva. Además, un elevado nivel de deuda pública aumenta la prima de riesgo de los países e incrementa la vulnerabilidad fiscal ante movimientos de las tasas de interés, deteriorando la capacidad de los gobiernos para ejecutar una política fiscal contracíclica. En ese sentido, algunos investigadores señalan que los países emergentes y en desarrollo tienen una baja tolerancia de deuda soberana, y entran en cesación de pagos o default en niveles bajos del ratio de deuda pública con respecto al PIB. De esta forma, algunos autores sugieren una relación de deuda a PIB de 30% para garantizar la sostenibilidad, mientras que otros plantean que el nivel sostenible de deuda pública para economías emergentes y en desarrollo es de 25% del PIB. De acuerdo a estos trabajos, una vez superados estos niveles, existen altas probabilidades que los países presenten una crisis.
No obstante lo anterior, el análisis de las finanzas públicas ha motivado el desarrollo de diversas metodologías para el estudio y medición de lo que se denomina sostenibilidad fiscal. El diseño de indicadores sobre la sostenibilidad de la política fiscal constituye, por tanto, una tarea clave en el análisis económico y es especialmente importante para los países en desarrollo. Numerosos investigadores han dedicado muchos esfuerzos en la construcción de indicadores adecuados para evaluar la sostenibilidad de la política fiscal. En su etapa temprana, la literatura económica sobre la sostenibilidad fiscal se centró principalmente en los países industrializados. Todos ellos tenían la característica de estudiar la política fiscal con la finalidad de que si la misma puede o no estabilizar la razón deuda a PIB. La sostenibilidad, entonces, se analiza desde el punto de vista de que si la política actual parece estar conduciendo a un rápido crecimiento de la deuda en proporción al PNB o al PIB.
Si bien los primeros trabajos sobre sostenibilidad fiscal, identificados en la literatura económica, se centraron principalmente en los países industrializados, los avances más recientes se centran en la sostenibilidad fiscal de los mercados emergentes y las economías en desarrollo, incorporando elementos de fricciones financieras y métodos estocásticos y recursivos. Algunos autores sostienen que una interrupción repentina de los flujos de capitales es un determinante clave para la sostenibilidad fiscal. Es decir, un shock externo o interno que provoca un freno o parada repentina de flujos de capital puede obligar a ajustes abruptos en el déficit de la cuenta corriente que pueden requerir una gran depreciación del tipo de cambio real, y este último puede poner en peligro la capacidad de servicio de la deuda pública, dando lugar a fuertes incrementos en el ratio deuda a PIB, lo que puede conducir a problemas de sostenibilidad fiscal, sobre todo en economías altamente endeudadas y fuertemente dolarizadas. Por lo tanto, en presencia de grandes fluctuaciones del tipo de cambio real, los indicadores fiscales tradicionales pueden conducir a una evaluación distorsionada de la sostenibilidad fiscal. En ese sentido, algunos investigadores han desarrollados indicadores fiscales alternativos. Croce y Juan-Ramón (2003) desarrollan un modelo recursivo dirigido a derivar una regla de política fiscal que sea observable por los analistas externos, y que a su vez indique si un país está adoptando una postura fiscal sostenible. Estos autores derivan el superávit primario y la tasa de descuento que prevalecería cuando un país alcanza su meta de deuda como porcentaje del PIB, luego construyen un indicador de sostenibilidad fiscal que permite que estas variables reaccionen ante movimientos de la relación deuda a PIB de su valor de equilibrio. Cuando la razón deuda a PIB observada excede la razón deuda a PIB fijada como meta, el gobierno reacciona generando un superávit primario que es coherente con la convergencia del coeficiente de endeudamiento hacia esa meta. Se considera que una economía es insostenible fiscalmente, cuando dicho indicador es mayor a 1 en al menos el 75% del período.
Aplicando el modelo de Croce y Juan-Ramón (2003) para una muestra de 18 países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Filipinas, Honduras, Hungría, Indonesia, Malasia, México, Panamá, Perú, República Checa, República Dominicana, Tailandia y Turquía) en el período 1990-2004, y usando datos trimestrales, los resultados sugieren que Argentina mostró una posición fiscal insostenible en el 87% del período estudiado, mientras que Brasil registró una posición fiscal insostenible en el 62%. Por el contrario, Chile mostró una situación fiscal sostenible en la mayor parte del período considerado. Asimismo, el índice de sostenibilidad fiscal (ISF) de Colombia presentó una posición fiscal insostenible en el 93% del período considerado, como resultado de déficits fiscales y la brecha entre la tasa de crecimiento de la actividad económica real y la tasa de interés real, mientras que para Costa Rica dicho índice registró una posición fiscal insostenible en todo el período considerado, debido al déficit fiscal alcanzado entre 1990 y 2004. Para El Salvador, Filipinas, Honduras y Hungría el ISF presentó persistentemente una postura fiscal insostenible (mayor a 1 en más del 90% del período), explicada fundamentalmente por el déficit público primario. De igual forma, Panamá registró una posición fiscal insostenible en el 84% del período considerado. Los resultados de Panamá no validan la hipótesis de que las economías oficialmente dolarizada manejan una política fiscal más prudente que las no dolarizadas. Asimismo, la República Checa mostró una posición fiscal insostenible en el 95% del período. En cambio, la República Dominicana registró una posición fiscal insostenible en el 40% del período estudiado, mientras que Indonesia presentó una posición fiscal sostenible en el 50% del tiempo. Malasia registró un saldo fiscal sostenible en el 53% del período de estudio. Sin embargo, el ISF de México y de Perú presenta una situación fiscal insostenible durante la mayor parte del período considerado (83% y 80%, respectivamente). En cambio, el índice de sostenibilidad fiscal de Tailandia mostró insostenibilidad en sólo el 38% del período. Por último, el índice de sostenibilidad fiscal de Turquía registró una posición fiscal insostenible en todo el período bajo estudio.
En resumen, Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Filipinas, Honduras, Hungría, México, Panamá, Perú, República Checa y Turquía presentan posiciones fiscales insostenibles en la mayor parte del período estudiado (más del 75%), que se explica básicamente por el déficit fiscal primario.