Hoy, por los Niños y las Niñas

Keyword: 
Education
Topic: 
Education - Health
Poverty - Inequality - Aid Effectiveness

“Lo único que todos los niños tienen en común son sus derechos. Todo niño tiene derecho a sobrevivir y prosperar, a recibir una educación, a no ser objeto de violencia y abusos, a participar y a ser escuchado”. Son las palabras de Ban Ki-Moon, Secretario General de Naciones Unidas. Sin embargo, los derechos no se convierten necesariamente en realidad. Es más, el hecho de que los niños no prosperen, debería llevarnos a una profunda reflexión y a una acción inmediata desde donde nos toque.

La situación de los niños en América Latina y el Caribe

En Los primeros años, la publicación insignia del BID del 2015, la conclusión es que el progreso de la región en la mejora de la salud y la nutrición infantil ha sido notable. A lo largo de los últimos 50 años, la mayoría de los países ha reducido la mortalidad infantil en un 75% o más. En 1990 y en 2010, aproximadamente 10 millones de niños nacieron en América Latina y el Caribe. De estos 10 millones, 428.000 murieron antes de cumplir un año en 1990, pero sólo 149.000 murieron en 2010. Además de esta disminución en términos absolutos, algunos países también han progresado notablemente en términos relativos. Comparados con otros países con un PIB per cápita similar, se han desplazado de niveles de mortalidad infantil muy por encima de los indicadores a niveles significativamente más bajos.  La situación en materia de salud es igual de brillante. La altura de niños y adultos ha aumentado y en la mayoría de los casos, la desnutrición crónica ha disminuido.

Desafortunadamente, la situación es menos favorable cuando se trata de otros aspectos del desarrollo infantil. Los déficits de lenguaje y cognición son notables, sobre todo entre los que viven en situación de pobreza, y esto se refleja en los malos resultados escolares y en las puntuaciones de las pruebas a lo largo de la educación de los niños. En una reciente prueba de matemáticas entre alumnos de tercer grado en 14 países en América Latina, el 75% de los niños en la República Dominicana no podía solucionar problemas sencillos de suma o multiplicación. Si bien República Dominicana se sitúa en la parte inferior de los resultados en esta prueba, incluso en Chile, el país con mejores resultados de la región, el 10% de los niños no podían solucionar estos problemas. No resulta sorprendente que estos resultados negativos entre los alumnos de tercer grado se repitan con los alumnos de 15 años en los exámenes de las pruebas internacionales PISA. A su vez, para muchos niños de la región, las puntuaciones de las pruebas sólo son la antesala a una vida llena de sueños no cumplidos.

Todos los niños merecen tener una oportunidad para cumplir sus sueños.  Desafortunadamente, no todos los niños tienen esa oportunidad y los padres no son los únicos culpables. Los gobiernos también tienen un papel que jugar para asegurar que los niños tengan la oportunidad para realizar su potencial. Algunos niños están destinados a nadar contra la corriente toda su vida debido a la deficiente atención que recibieron durante sus primeros años. Los gobiernos pueden marcar una diferencia si mejoran el nivel de la atención.

Lo que pueden hacer los gobiernos de América Latina y el Caribe para ayudar a sus niños a prosperar y convertirse en adultos felices, sanos y productivos

  • Para empezar, pueden gastar más en sus jóvenes ciudadanos.

Actualmente, los países de la región destinan sólo el 0,4% del PIB, en promedio, a la primera infancia (0-5 años), comparado con el 1,6% del PIB en la infancia intermedia (6-12 años).  El gasto en los servicios y programas de la primera infancia representa menos del 6% del gasto social total en la región.

  • Aún más importante, sin embargo, es que los gobiernos deben gastar mejor.

La construcción de flamantes centros de cuidado infantil hará poco para ayudar a los niños si la calidad de los servicios proporcionados no se mejora en simultáneo.

Sin embargo, la parte difícil consiste en definir la calidad. No se trata de nuevos edificios, computadoras de última generación o herramientas pedagógicas de alta tecnología. Ni siquiera se trata de clases más pequeñas o planes pedagógicos estructurados. Más bien, la calidad es algo tan etéreo como los propios sueños y aspiraciones de un niño. Las investigaciones demuestran que en el hogar, en los centros de cuidado infantil y en los primeros años de la escuela, la calidad está determinada por las interacciones de los niños con aquellas personas que los rodean.

Los estudios neurológicos demuestran que las interacciones que los niños tienen unos con otros y con los adultos modelan sus cerebros de maneras que tendrán consecuencias a lo largo de toda la vida. Cuando un cuidador es sensible y receptivo ante los deseos y necesidades de los niños, éstos comienzan a florecer y desarrollarse. Cuando un maestro o un padre proporciona una estimulación temprana e instrucción focalizada, los niños aprenden.

Las implicaciones para las políticas públicas

Hablamos de que implica menos inversión en infraestructura y más dinero para capacitación, supervisión, tutoría, e incentivos para los cuidadores en toda la gama de intervenciones en el cuidado de los niños, desde los programas de crianza hasta los centros de cuidado infantil y las aulas de preescolar.  Se requiere una visión a largo plazo y un compromiso que vaya más allá de los ciclos políticos. Se requiere la institucionalización de un sistema que recompense la creatividad, la innovación y el trabajo esforzado de los educadores, así como formas de detección de maestros ineficientes y contraproducentes.


Este articulo fue inicialmente publicado en el blog Primeros Pasos, el 8 de Febrero del 2016.

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