¿Cómo impacta la migración venezolana a la economía colombiana? Resumiendo las lecciones de investigaciones recientes
Cuando la migración masiva de Venezuela a Colombia se intensificó en 2017, hubo un debate sobre los efectos que tendría en la economía colombiana. Algunos predijeron que la competencia en el mercado laboral con los venezolanos perjudicaría los salarios y el empleo de los locales, mientras que otros hicieron hincapié en los beneficios estimulantes para la economía de la incorporación de la mano de obra migrante, en gran parte joven y educada. Desde entonces, los economistas han estudiado rigurosamente los efectos económicos de la migración venezolana a Colombia. Sus conclusiones muestran claramente que habrá grandes beneficios, aunque las magnitudes y momentos de los mismos dependen crucialmente de la capacidad de los inmigrantes para acceder a los puestos de trabajo en los que pueden ser más productivos.
Para empezar, los economistas han identificado varias formas en que la migración venezolana ya ha beneficiado a la economía de Colombia. En 2019, los economistas señalaron el consumo venezolano como probable impulsor de impresionantes tasas de crecimiento. Hay pruebas de que la migración venezolana ha ayudado a las empresas manufactureras colombianas a aumentar sus exportaciones en alrededor del 4%. Las investigaciones del Banco Central de Colombia muestran que las trabajadoras domésticas venezolanas han ayudado a las madres colombianas a incorporarse al mercado laboral y a convertirse en empresarias.
A largo plazo, está claro que esta migración aumentará la productividad y la prosperidad económica de Colombia. La mayoría de los estudios sobre los efectos a largo plazo de las oleadas migratorias y de refugiados encuentran efectos positivos en los ingresos - por ejemplo, en los casos de la inmigración europea a EE.UU. durante la llamada Edad de la Migración Masiva (o “Age of Mass Migration” en inglés), la inmigración de judíos rusos a Israel en la década de 1990 y los refugiados turcos en Grecia en la década de 1920. Simulaciones macroeconómicas recientes del FMI predicen que la migración venezolana impulsará el PIB de Colombia en un 3,7% para 2030. Se trata probablemente de un límite inferior porque no tiene en cuenta el hecho de que los migrantes y refugiados también crean empresas a un ritmo elevado, transfieren competencias y conocimientos, y aumentan las redes empresariales y comerciales con el país de origen, todo lo cual incrementa el crecimiento.
Por lo tanto, la cuestión no es si los venezolanos beneficiarán a la economía colombiana, sino qué tanto lo harán y cuándo. Un reto importante es que la mayoría de los emigrantes venezolanos trabajan en ocupaciones de bajos ingresos, por debajo de su nivel de cualificación. Más del 20% de los migrantes venezolanos tienen un título universitario y más del 50% completaron la enseñanza secundaria, una tasa comparable a la nacional para los colombianos. El siguiente gráfico muestra las 10 ocupaciones más comunes para los migrantes venezolanos que completaron la escuela secundaria o más, y todas ellas son ocupaciones que tienden a ser tomadas por colombianos menos educados. Casi el 70% de los migrantes con educación secundaria están en una de estas ocupaciones, que es el doble de la tasa para los colombianos – hecho que sigue igual desde 2018.
Este descenso ocupacional de los venezolanos educados significa que son menos productivos de lo que podrían ser, trabajando en ocupaciones rutinarias en lugar de donde tienen más habilidades y experiencia adquiridas. Las simulaciones macroeconómicas mencionadas anteriormente predicen que las políticas para facilitar la integración económica de los emigrantes (incluida la reducción de la tasa de desempleo de los emigrantes hasta la tasa nativa) aumentarán la contribución de los emigrantes al PIB de Colombia en un 25%.
¿A qué se debe el descenso de categoría profesional de los inmigrantes venezolanos? Se debe a muchos factores, entre ellos están los obstáculos a la concesión de licencias profesionales y el reconocimiento de la educación, la falta de permisos de trabajo, la falta de redes de empleadores y la discriminación. El gobierno ha tomado medidas para abordar estos problemas, en particular la regularización ofrecida en 2021 a más de dos millones de migrantes venezolanos, que incluye el derecho a trabajar. Las anteriores oleadas de regularización generaron grandes beneficios para los ingresos y el consumo de los migrantes, así como el acceso a servicios financieros y la salud física y mental, y nuevas investigaciones indican que les alentó a formar empresas. Sin embargo, la formalización de los migrantes en el mercado laboral sólo aumentó ligeramente, lo que indica que pueden ser necesarias más intervenciones, además de la regularización, para promover la integración económica.
Reconociendo esto, el gobierno también ha comenzado a implementar programas para certificar las habilidades de los migrantes, identificar sectores con demanda laboral excedente y conectar directamente a los migrantes con los empleadores. Las investigaciones indican que esta es la dirección política correcta, y se trata de un modelo importante a seguir por otros países de América Latina. Al mismo tiempo, a medida que la economía se recupera de Covid, los migrantes siguen enfrentándose a retos de integración en el mercado laboral. Un informe conjunto de la ACNUR, OIM y la OIT indica que, aunque los migrantes han empezado a beneficiarse de estos programas de certificación de competencias, la mayoría no son capaces de convertir esto en un empleo digno. Un informe reciente del Centro para el Desarrollo Global concluye que los trabajadores venezolanos no han podido acceder a los servicios profesionales al mismo ritmo que los colombianos, lo que indica que el reconocimiento de credenciales puede seguir siendo un cuello de botella para la integración. En la actualidad, más del 90% de los migrantes venezolanos en Colombia permanecen en el sector informal (definido según la afiliación obligatoria a pensiones y seguros de salud), frente al 62% de los colombianos.
Por último, ¿perjudicaron los migrantes venezolanos las oportunidades del mercado laboral para los colombianos, como tantos temían? Una primera corriente de investigación económica arrojó resultados confusos y contradictorios: algunos trabajos encontraron grandes efectos negativos de la migración venezolana sobre los salarios colombianos, mientras que otros no encontraron ningún efecto. Mi propia investigación ha ayudado a explicar lo que provocó estas discrepancias iniciales, y los trabajos recientes han convergido en un resultado más coherente: La migración venezolana causó una pequeña disminución de los salarios colombianos, probablemente en la escala del 2% en todo el país. Estos efectos no sólo no son grandes, sino que son a corto plazo: la teoría económica y los datos de otros contextos nos indican que los salarios se recuperarán a medida que las empresas colombianas se adapten para absorber la nueva mano de obra. Colombia puede avanzar en este proceso trabajando para garantizar un entorno empresarial dinámico, lo que significa que las empresas puedan crecer y adaptarse en respuesta a la afluencia de mano de obra venezolana.
También está claro que la caída de los salarios colombianos es mayor para los Colombianos menos educados del sector informal que compiten más directamente con los migrantes. Una vez más, la degradación ocupacional de los inmigrantes tiene parte de culpa: en otra investigación, muestro que facilitar la integración de los inmigrantes empleándolos en sus niveles de cualificación aumentaría los salarios de los colombianos menos formados y reduciría la desigualdad. Al mismo tiempo, los salarios de los colombianos más formados apenas cambiarían: aunque tendrían que afrentar a una mayor competencia, ésta se vería compensada por el aumento de la productividad en toda la economía. Así pues, integrar a los inmigrantes venezolanos mejoraría la situación de todos.
Colombia ha mostrado un compromiso admirable y sin precedentes para regularizar e integrar a los migrantes venezolanos. Estos programas deben continuar y ampliarse para abordar los retos que aún plantea el mercado laboral para los venezolanos. Al seguir escuchando la investigación y diseñando políticas económicas en consecuencia, Colombia puede maximizar y capitalizar los crecientes beneficios de la migración.
Jeremy Lebow es economista del Departamento de Pobreza y Equidad del Banco Mundial. Es doctor en Economía por la Universidad de Duke.
