Impuestos sobre el carbono: un gran impacto con pequeños efectos económicos negativos

Keyword: 
Environmental policy
Topic: 
Environmental Economics


Este articulo fue inicialmente publicado en el Blog del Banco Interamericano de Desarrollo - Ideas que Cuentan, el 17 de Febrero del 2023.


A medida que las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzan niveles alarmantes, los países se enfrentan a una creciente presión para adoptar políticas ambientales más agresivas. Sin embargo, la preocupación por sus efectos económicos y su repercusión en distintos grupos de la población (efectos distributivos) puede obstaculizar su adopción. Al fin y al cabo, reducir las emisiones significa reasignar recursos de los sectores con altas emisiones de carbono a otros con bajas emisiones, lo que tiene consecuencias inevitables para determinados sectores de la economía y la sociedad. 

Los disturbios generados a raíz de los intentos del gobierno francés por subir los impuestos sobre el diésel y la gasolina en 2018, a fin de acelerar la transición hacia una economía verde, y las manifestaciones callejeras diarias contra dichos intentos, conocidas como las protestas de los gilet jaunes (chalecos amarillos), constituyen solo un ejemplo de dicha tensión. Otro ejemplo sería el de Estados Unidos, donde la administración Trump abandonó el Acuerdo de París sobre el cambio climático, solo para que la administración Biden volviera a adherirse más tarde.

Comparación entre países de los impuestos sobre el carbono y sus impactos

La cuestión entonces es cómo afecta exactamente un impuesto sobre el carbono a una economía y a sus trabajadores vinculados. Decidimos averiguarlo haciendo un estudio comparativo en el que examinamos su posible impacto en Estados Unidos, China y Brasil. Llegamos a la conclusión de que, aunque algunos trabajadores de sectores de energías sucias podrían verse afectados, los impuestos sobre el carbono causarían pocos trastornos económicos en general.     

Utilizando un modelo macroeconómico, estimamos el impuesto sobre el carbono necesario a fin de que, para 2025, Estados Unidos cumpla su promesa original del Acuerdo de París, o Contribución Determinada a Nivel Nacional, de lograr una reducción del 26% de las emisiones por debajo de los niveles de 2005. Esto equivaldría a una tasa impositiva de aproximadamente el 64% sobre la producción de energía sucia y le costaría al país, como máximo, una caída del 0,8% del PIB anual.

También aplicamos el mismo objetivo climático a China y Brasil para captar las diferencias entre países, o la heterogeneidad, en la repercusión económica. China sufre la mayor pérdida económica, de hasta un 3,7%, debido no a su diferente nivel de desarrollo, sino a la influencia de la producción de energía sucia en la economía china. Brasil, otra economía emergente, sufre una pérdida comparable a la de Estados Unidos del 0,5%.

Diferencias en sectores y trabajadores

Bajo estos efectos agregados de la tributación del carbono subyacen diferencias considerables a nivel sectorial e individual. Los sectores de energías sucias directamente expuestos al impuesto sobre el carbono (como el petróleo o el carbón) registran la mayor caída de la producción y, en consecuencia, la mayor disminución en el número de trabajadores. Los trabajadores, relativamente menos cualificados de los sectores de producción de energía sucia y de uso intensivo de energía en nuestro modelo, optan por trasladarse a otro tipo de trabajo. Por el contrario, los trabajadores con una mayor ventaja comparativa en esos sectores tenderían a quedarse y soportar el costo de la caída de los salarios.

No obstante, la pérdida de bienestar de este grupo en EE. UU. sería al menos seis veces mayor que la de los trabajadores de sectores de energías no sucias, y 1,8 veces mayor que la de los trabajadores que consiguen reubicarse fuera de los sectores de energías sucias. Sin embargo, estos trabajadores solo representan el 2% de la población activa en EE. UU. En cambio, los trabajadores del sector de la energía verde se benefician del impuesto sobre el carbono.

Un objetivo que vale la pena perseguir

En resumen, los países pueden utilizar los impuestos sobre el carbono para alcanzar sus objetivos de mitigación del cambio climático con poca agitación económica, y el efecto negativo total sobre el PIB sería pequeño en general. Dada la importancia de frenar la emisión de gases efecto invernadero, ese es un objetivo que vale la pena perseguir, con una importante salvedad: los trabajadores de los sectores de energías sucias salen perdiendo. Pese a que constituyen una fracción relativamente pequeña de la mano de obra, dichos empleados necesitan una red de seguridad, y los formuladores de políticas públicas deberían anticiparse a ello y realizar los ajustes de políticas pertinentes. Por último, los efectos de la tributación del carbono pueden variar considerablemente de un país a otro. Por ello, los gobiernos deben buscar análisis especializados que tengan en cuenta las circunstancias específicas de su país.

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