Cuando con menos dinero se beneficia más a los niños

Keyword: 
Conditional cash transfers
Education
Health
Topic: 
Education - Health


Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 12 de Agosto del 2019.


Los niños que viven en hogares de bajos ingresos presentan rezagos frente a los niños que viven en hogares más acomodados en muchos aspectos del desarrollo debido a su estatus socioeconómico. Estos niños reciben pocas inversiones relacionadas a su nutrición, salud y educación. Estas brechas persisten toda la vida. Un niño que comienza rezagado, permanece rezagado.

Avances para cerrar estas brechas

Una posible manera en que los formuladores de política pueden atenuar estas restricciones financieras es a través de las Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC). Las TMC son dinero en efectivo que se entrega a los hogares si estos cumplen con ciertos requisitos como enviar a sus niños a la escuela intermedia o secundaria, o acudir a los servicios médicos de su localidad. El objetivo de estos requisitos es que los hogares reciban el dinero suficiente, no solo para compensar el costo de la educación (viaje, uniformes, materiales) o la pérdida de los ingresos que podría obtener el hogar si los hijos trabajasen (el costo de oportunidad), sino también para que lo inviertan en sus hijos. La literatura existente en el tema muestra que las TMC tienen impactos positivos en el uso de servicios de salud y asistencia escolar, pero efectos mixtos en el desarrollo infantil. La evidencia acerca del impacto de las condicionalidades en el desarrollo infantil temprano es incluso más escasa.

El Bono 10.000 fue un programa de TMC introducido en Honduras en 2010. Su objetivo era romper el ciclo intergeneracional de pobreza, promoviendo inversiones en el capital humano de los niños de hogares pobres. Se establecieron así incentivos para aumentar el uso de los servicios educativos y de salud por parte de esos hogares.

Se estructuraron dos tipos de TMC

La transferencia educativa (Bono Educación) proveía una transferencia monetaria a los hogares elegibles que tenían por lo menos un hijo o hija de entre 6 y 18 años, que no había completado el noveno año/grado, y solo si estaba matriculado o matriculada en la escuela. En los hogares con dos o más hijos en ese grupo de edad, el programa solo exigía que uno de ellos cumpliera con ese requisito para recibir la transferencia. La transferencia educativa era de 10.000 lempiras (US$ 500) por año, independientemente del número de hijos elegibles en el hogar.

La otra transferencia era el Bono Salud. Los hogares recibían una transferencia para salud más pequeña, de 5.000 lempiras (US$ 250) si los niños menores de 5 años —que no tuvieran un hermano mayor— acudían a los centros médicos locales para realizarse los controles de salud.

Un estudio previo encontró que el dinero extra provisto por el Bono 10.000 condujo a una mayor asistencia a la escuela entre los niños más grandes y a más controles médicos entre los más pequeños.

¿Funcionan las transferencias en efectivo para los resultados de los niños pequeños?

Nuestra reciente publicación en la revista Economía, Cash, Conditions and Child Development: Experimental Evidence from a Cash Transfer in Honduras, tuvo como objetivo determinar si el esfuerzo gubernamental desplegado para reducir las desigualdades funcionaba para los niños más pequeños. Abordamos dos preguntas por separado:

  1. ¿El dinero en efectivo mejora el desarrollo de estos niños? ¿Están hablando más, resolviendo de mejor modo los problemas…?
  2. ¿Cuál de los dos condicionamientos importa más?

Descarga gratuitamente la publicación haciendo click aquí.

Encontramos que los resultados de los niños mejoran. El impacto está impulsado por el efecto de las TMC en el dominio del lenguaje de la prueba ASQ-3, una medida comúnmente usada en el desarrollo infantil temprano. Este resultado es consistente con estudios anteriores que muestran que el desarrollo del lenguaje puede verse afectado por las políticas públicas. Asimismo, las TMC parecen haber modificado ligeramente algunos comportamientos que podrían afectar a los niños, tales como una menor probabilidad de empleo materno —lo que probablemente dejaría a las mamás más tiempo para interactuar con sus hijos— y un aumento en la autoestima materna.

En relación con nuestra segunda pregunta, identificamos impactos heterogéneos según el tipo de transferencia. El impacto en los niños de las familias que recibieron la transferencia de US$250 para salud fue mayor (un tercio de desviación estándar) y, para ser más específicos, el dominio de resolución de problemas en la prueba fue el más beneficiado. Sin embargo, los niños de las familias que recibieron los US$ 500 del componente de educación no se beneficiaron en absoluto.

Estos resultados heterogéneos parecen explicarse por las diferencias en los requisitos. Mientras el componente educación solo imponía condiciones para los niños en edad escolar, las transferencias para salud exigían controles médicos regulares a los niños de 0 a 5 años, para los cuales justamente medimos los resultados de desarrollo infantil. Las familias beneficiarias de la transferencia para salud fueron más proclives a asistir a los controles sanitarios. Esta mayor exposición a los consejos de médicos y paramédicos puede haber alentado comportamientos más saludables, incluido un cambio en el gasto hacia productos más nutritivos. A su vez, esto puede haber contribuido al mejoramiento que se observó en la salud del niño y en su desarrollo cognitivo.

¿Bajo qué condiciones es mejor entregar menos dinero?

Este hallazgo es relevante porque muestra que aun cuando el dinero es importante para el desarrollo infantil temprano, las transferencias per cápita menores podrían ser más mejores para cerrar las brechas entre los niños de distintas clases socioeconómicas.

Este resultado resalta la importancia de la interacción entre los requisitos, el efectivo y la política. Al igual que estudios previos, pone el acento en la necesidad de establecer condiciones fuertes y bien dirigidas hacia los resultados finales que se quieren obtener. En conjunto, los hallazgos alientan a los formuladores de políticas e investigadores a elaborar políticas que beneficien a los niños pequeños y fijar requisitos que fomenten los mejores resultados de desarrollo para los niños.

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