¿Se puede predecir el desempeño académico?

Keyword: 
Education
Topic: 
Education - Health


Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 30 de Noviembre del 2020.


¿Sabías que existe un índice que mide la calidad del ambiente en el hogar en los primeros años de vida y que puede predecir el coeficiente intelectual y el desempeño académico 5,5 años más tarde, en la escuela primaria? No solo eso, sino que su capacidad predictiva es similar a la de las escalas cognitivas y de lenguaje más reconocidas a nivel internacional. Incluso, este índice es significativamente mejor predictor que el indicador de desnutrición crónica en la primera infancia, que tradicionalmente se ha utilizado como un indicador aproximado del desarrollo infantil global.

Un índice que predice el futuro

El índice del que hablamos es el Family Care Indicators (Indicadores de Cuidado Familiar, o FCI), que combina el acceso a juguetes y otros materiales lúdico-pedagógicos como libros infantiles, libros para colorear, bloques, rompecabezas, etc. en el hogar y la cantidad de actividades de juego que un cuidador, mayor de 15 años, desarrolla con el niño. Al puntuar, se tienen en cuenta las actividades de juego (leer/mirar libros ilustrados; contar historias; cantar canciones; etc.) y los materiales de juego (juguetes para hacer o reproducir música; objetos para dibujar, escribir o pintar; entre otros).  

Este índice es parte de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados, o MICS de UNICEF (por sus siglas en inglés), y es uno de los esfuerzos más significativos existentes para recopilar información sobre el estado de la niñez a escala global. Por lo general, UNICEF coordina con los institutos de estadísticas nacionales el levantamiento de estas encuestas cuyo fin es proporcionar información actualizada sobre la situación de los niños y de las mujeres en 159 países del mundo. Varios países en la región utilizan la Encuesta MICS como parte de sus ejercicios de medición de desarrollo infantil.

Un estudio que muestra la efectividad de los Indicadores de Cuidado Familiar

En este estudio, de corte longitudinal—es decir, seguimos a los mismos niños a través de los años—en 2011, identificamos una muestra de 1.311 niños, representativa por edad y nivel socioeconómico de todos los niños de entre 6 y 42 meses de edad en hogares en estratos 1 a 3 de Bogotá, Colombia. Estos hogares, con un nivel de ingreso bajo y medio, representaban el 85% de la población de la ciudad. Un equipo de psicólogos les administró las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil (Bayley-III), considerada una de las mejores pruebas diagnósticas para la medición del desarrollo en niños tan pequeños, en un centro, en condiciones ‘ideales’. Además, un equipo de encuestadores les administró una batería de pruebas de desarrollo más cortas y sencillas en el hogar, en condiciones más fáciles de replicar en una encuesta a escala. También se recogió información sobre la calidad del ambiente en el hogar, el FCI. Estos datos informaron sobre la capacidad de las pruebas cortas de medir el desarrollo de los niños comparadas con el Bayley-III (“prueba de referencia”).

En 2016, volvimos a medir a 940 de estos niños, quienes en ese entonces tenían entre 6 y 8 años. Se les administraron pruebas para medir el Coeficiente Intelectual­ (CI) y el desempeño académico. De esta forma se pudo comparar y comprobar la capacidad para predecir el CI y el desempeño académico en la infancia intermedia entre las diferentes mediciones realizadas en la primera infancia.

Resultados prometedores para los niños

  • La validez predictiva de todas las pruebas estudiadas—esto es, su capacidad de predecir el desempeño futuro—aumentó con la edad del niño, siendo muy limitada en niños de 6 a 18 meses.
  • Las pruebas o subpruebas que miden el desarrollo cognitivo y de lenguaje presentaron mayor capacidad predictiva de desempeño futuro que las que miden el desarrollo motor o socioemocional.
  • Si bien el Bayley-III tuvo la mayor validez predictiva, como era de esperar, la prueba de Denver—que toma unos 27-30 minutos en promedio en vez de los 80-90 minutos que toma el Bayley-III, y es más fácil de administrar y mucho más barata de adquirir—tuvo el mejor desempeño de entre las pruebas cortas analizadas.

Los resultados indican también que, en menores de 31 meses, ¡el FCI predijo el CI y el desempeño académico tan bien como el Bayley-III! Además, su capacidad predictiva fue mayor a la del indicador de desnutrición crónica, por lo que podría añadirse a este último y al nivel de pobreza para su uso como un indicador aproximado del desarrollo infantil global a nivel poblacional. La desnutrición crónica del niño y el nivel de pobreza del hogar actualmente se usan como indicadores para estimar la cantidad de niños que se encuentran en riesgo de padecer rezagos en su desarrollo. Esto nos puede ayudar a avanzar con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que motivados por la necesidad de reportar sus avances, cada vez más países se preguntan cómo obtener indicadores de desarrollo infantil confiables, válidos, sensibles y económicamente factibles a nivel poblacional y que sean buenos predictores de desempeño y desarrollo futuro de los niños.

Análisis relacionados mostraron además que la calidad del ambiente en el hogar durante la primera infancia, medida con el FCI, junto con la educación de los padres, son factores que contribuyen a cerrar las brechas existentes en el desarrollo a través de la crianza positiva. Esto quiere decir que esta es una variable en la que la política pública debe incidir a través de programas de acompañamiento a familias, por ejemplo.

Antes de elegir una prueba, es fundamental conocer su capacidad de predecir el desarrollo y desempeño futuros y la complejidad o viabilidad de implementarla. El FCI es una herramienta simple y rápida de administrar,  ya que se concentra en el juego y su potencial, y que muestra buenas propiedades, con lo que es una excelente candidata. No obstante, es importante que estos hallazgos se repliquen en otras regiones.

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