¿Qué son los sistemas de cuidado en la región y cómo pensarlos para la primera infancia?

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Education
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Education - Health


Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 10 de Octubre del 2022.


La crisis sanitaria del COVID-19 aumentó las brechas de género en términos de participación laboral, ingresos y carga del trabajo no remunerado. Según la OIT, las mujeres, antes de la pandemia, tenían a su cargo el 76.2% de las horas de trabajo de cuidado no remunerado (3.2 veces más que los hombres). Este porcentaje es aún mayor en familias con niños o adultos con necesidades especiales de apoyo. Esta distribución de tareas dificulta su inserción laboral, aumentando su vulnerabilidad y dependencia económica. Como respuesta a este problema, algunos gobiernos de la región están avanzando hacia la creación de “sistemas de cuidado”.

Por ejemplo, en 2015 se instaló en Uruguay el primer Sistema Nacional Integral de Cuidados (SNIC); Costa Rica tiene una “Ley de Igualdad y Equidad de Género de 2007” y aprobó en 2021 una “Política Nacional de Cuidados” para personas en situación de dependencia; Chile planea expandir los modelos locales de gestión de servicios de cuidado; MéxicoPanamá y República Dominicana están avanzando en su diseño e implementación; y en Argentina se discute un proyecto de ley con este propósito.

Pero… ¿qué son los sistemas de cuidado?

Si bien prácticamente todos los países han implementado programas o políticas de cuidado, existen pocos “sistemas” instalados. Con base en el análisis de la experiencia internacional, el BID ha definido estos sistemas como un conjunto de regulaciones, instituciones y políticas públicas para facilitar que las personas con dependencia accedan a servicios de cuidado de calidad.

Según la CEPAL y ONU Mujeres, para ser considerado como tal, un “sistema de cuidados” debe incluir un “modelo de gobernanza” que articule todas las instituciones que proveen servicios a las distintas poblaciones objetivo y debe, además, avanzar hacia el “reconocimiento, la reducción y la redistribución del trabajo de cuidados no remunerado”.

Los sistemas de cuidado consideran al menos tres objetivos: i) la provisión de servicios de calidad centrados en el bienestar de la persona cuidada; ii) la aspiración a una redistribución más equitativa de la tarea que incluya corresponsabilidad de género; y iii) el reconocimiento del valor económico y social de este trabajo.

¿Qué sabemos de los sistemas de cuidado?

En general, los sistemas de cuidado se centra en tres colectivos:

  1. las personas que reciben cuidados: niños, niñas y personas adultas con algún grado de dependencia funcional;
  2. la población que provee cuidados de manera remunerada, como niñeros, maestros, cuidadores y enfermeros; y de forma no remunerada, como padres, madres y cuidadores informales familiares o de la comunidad;
  3. la sociedad en su conjunto, dado el impacto colectivo de la función del cuidado. Contemplan una amplia cartera de servicios. Para esto se avanza en la expansión de la cobertura de servicios y programas existentes, como los centros de desarrollo infantil, los centros de cuidado de día, las residencias de largo plazo, los programas de salud mental, y, no menos importante, los programas de formación de cuidadores, entre otros. Además, se crean beneficios y servicios nuevos, como las licencias parentales y alternativas de cuidado comunitario.

Los sistemas de cuidado también:

  • Instauran regulaciones que definen estándares de calidad para la provisión de dichos servicios, monitorear y hacer cumplir sus normas.
  • Crean sistemas de información, cuyo fin es reunir datos sobre la oferta y la demanda de servicios, permitiendo su evaluación y monitoreo.
  • Establecen un modelo de gobernanza, responsable de la necesaria articulación entre todas las instituciones y actores involucrados.
  • Implementan estrategias de comunicación, invitando a los hombres y a las mujeres a asumir las tareas de cuidados de manera más equitativa.

¿Cómo integrar los servicios de cuidado infantil?

La mayoría de los países han expandido la cobertura de centros de cuidado. Estos programas buscan estimular el desarrollo infantil y promover el aprendizaje de los niños, al mismo tiempo que proveen cuidados, liberando tiempo de las madres y permitiendo aumentar su participación laboral. Para ello es necesario garantizar que el horario y la ubicación de los servicios sean compatibles con las necesidades laborales de los cuidadores principales.

Sabemos que la calidad de los centros de cuidado y otros servicios de atención a la primera infancia se sostiene en sus cuidadores. Sin embargo, no existe suficiente evidencia sobre estrategias costo-efectivas para fortalecer sus competencias, disminuir la rotación, cambiar sus condiciones de empleo, y promover su formación y acompañamiento.

Los programas de licencias para padres, madres o referentes parentales, y las políticas de lactancia materna, otorgan tiempo y espacio para que los trabajadores construyan vínculos de calidad con el niño. Y, al mismo tiempo, estas políticas equiparan las condiciones de las mujeres respecto a los hombres en el mercado laboral formal. Es necesario contemplar ambos objetivos para que las políticas sean eficientes.

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