Transferencias monetarias y desarrollo infantil, un matrimonio que no cuaja

Keyword: 
Conditional cash transfers
Education
Topic: 
Financial Economics

Desde hace muchos años, he sido parte de un sinnúmero de conversaciones con los hacedores de políticas sociales en América Latina alrededor de la siguiente idea: integrar servicios de desarrollo infantil a la oferta asociada a los programas de transferencias monetarias condicionadas (PTMC).

¿Qué quiere decir eso? La mayoría de los países en América Latina y el Caribe cuenta con un programa que transfiere dinero de forma regular a las familias que viven en situación de pobreza a cambio del cumplimiento de ciertas condiciones como la asistencia a la escuela o a los controles de salud.

Estas trasferencias tienen un objetivo redistributivo porque buscan aliviar la pobreza contemporánea, además de un objetivo de largo plazo: incentivar la inversión de las familias en su capital humano.

Desde hace tiempo ha circulado la idea de vincular los servicios de desarrollo infantil a los PTMC. Por ejemplo, se podría requerir como una condición para el pago de la transferencia, que los padres de niños menores de cinco años participen de un programa de apoyo parental que busque mejorar la calidad de las interacciones adulto-niño, las prácticas de crianza y la estimulación psico-social en el ambiente del hogar.

Incluso se podría pensar que la participación en el programa de apoyo parental no fuera condición para recibir la transferencia, pero que, como mínimo, la oferta de este servicio se diera de manera preferencial y focalizada en la población objetivo de los PTMC.Como lo hemos comentado en otra publicación, son pocos los programas de desarrollo infantil en América Latina y el Caribe que usan los sistemas de focalización existentes en los PTMC para definir su base de beneficiarios.

Pero volvamos la vista hacia la idea de vincular a los PTMC y a los programas de apoyo parental. Esta no es una idea nueva. Por ejemplo, ya en 2010, un grupo de investigadores asociados al Instituto de Estudios Fiscales en Londres diseñó y evaluó un programa de apoyo parental mediante visitas domiciliarias semanales, basado en el exitoso modelo de Jamaica, en 96 municipios colombianos. En el caso de este piloto, las personas que fueron capacitadas como visitadoras domiciliarias fueron precisamente las líderes en cada comunidad del programa colombiano de PTMC, Familias en Acción.

La idea detrás de este diseño era buscar sinergia con las habilidades de liderazgo, organización y capacidad de influencia de estas mujeres, para darles un rol de promoción del desarrollo infantil en sus comunidades. Ellas recibieron capacitación y acompañamiento durante la implementación del piloto de parte de personal profesional, además de una remuneración por su tiempo y esfuerzo.  La evaluación de este piloto documentó el potencial de este modelo para mejorar los resultados de desarrollo infantil, en particular en el área cognitiva.

Alrededor de esos mismos años, el emblemático programa mexicano de PTMC Oportunidades (hoy Prospera), emprendió un esfuerzo por vincular a sus beneficiarios a los servicios de apoyo parental que ofrecía el Programa de Educación Inicial no Escolarizada de CONAFE, con resultados muy modestos. Sin embargo, ni en Colombia ni en México, ni en ningún otro país de la región, este tipo de iniciativas se ha llevado a una escala mayor.

Es esa realidad la que me lleva a plantearme que este par, los PTMC y los programas de apoyo parental, son algo similar a un matrimonio que no termina de cuajar. Esto sorprende, porque a primera vista parecería una “pareja perfecta”. ¿Qué es lo que no ha funcionado? Esbozo mis hipótesis:

  • Los PTMC han sido exitosos en incrementar la demanda por servicios de salud y educación. No obstante tienen mucho espacio de mejora en cuanto a una articulación real con esos sectores que permita asegurar acceso efectivo a servicios de calidad a sus beneficiarios. Sin cambios estructurales en los PTMC, extender su vinculación hacia servicios de desarrollo infantil es muy probable que corra la misma suerte.
  • A diferencia de los sectores de salud y educación en donde existe una oferta importante a nivel nacional, la mayor parte de los países de la región no cuenta con cobertura grande de servicios de desarrollo infantil. Con frecuencia, las coberturas son incluso menores en las regiones donde se concentran los beneficiarios de los PTMC. De ahí que no solo el PTMC tiene debilidades como articulador, sino que en este caso, en muchos lugares ni siquiera tiene con quién articularse.
  • Establecer un programa de apoyo parental (a través de visitas domiciliarias, reuniones grupales u otro mecanismo de entrega) no es un esfuerzo menor. Tampoco puede colgarse como una tarea extra al personal de otros sectores –salud, educación, desarrollo social- que ya tiene responsabilidades que demandan compromisos a tiempo completo. No puede sostenerse exclusivamente en una estructura de personal voluntario, sin las condiciones mínimas para la rendición de cuentas ni el aseguramiento de la calidad.
  • Un servicio de desarrollo infantil requiere de personal con dedicación exclusiva, bien capacitado, remunerado e incentivado, como condición mínima de éxito. Además precisa de una estructura de supervisión y acompañamiento en campo, requiere de un sistema de aseguramiento de la calidad, de un currículo y de un conjunto de pautas de aprendizaje que se busque alcanzar en los niños que reciban ese servicio. En otras palabras, necesita una infraestructura programática que asegure no solo su implementación sino también su calidad.

Esto me lleva a concluir que la idea de vincular a los PTMC con los servicios de desarrollo infantil no es mala. Lo demuestra la evaluación colombiana. No obstante, no será posible llevar esta idea a escala mientras este matrimonio no cuente con las condiciones mínimas para su factibilidad.


 Publicado inicialmente en el blog Los Primeros Pasos, el 9 de Mayo, 2016.

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