Aid on the Edge of Chaos: Rethinking International Cooperation in a Complex World

Topic: 
Poverty - Inequality - Aid Effectiveness
Year: 
2013
Review by: 
Eduardo Lora
Author(s): 
Ben Ramalingam
Publisher: 
Oxford University Press
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Las serias limitaciones que enfrenta la ayuda externa para ser efectiva son la motivación de este importante libro. Ben Ramalingam es un investigador del Overseas Development Institute, el centro de investigación independiente dedicado a temas de desarrollo internacional y humanitario más conocido del Reino Unido.

Los organismos multilaterales, las agencias de ayuda bilateral de los países ricos y numerosas organizaciones no gubernamentales dedicadas al desarrollo internacional suelen padecer el “síndrome de la mejor práctica”. Cualquiera que haya estado en contacto estrecho con estas entidades puede reconocer los síntomas de la enfermedad: grandes esfuerzos dedicados a encontrar la solución correcta en vez de la diversidad de soluciones; el empeño en ejecutar bien la solución escogida, sea o no eficaz; la deficiente capacidad para aprender de la práctica y crear nuevo conocimiento; y el prurito incansable por medir resultados y ser costo-efectivo en entregar soluciones prefabricadas para los problemas de los demás.

Este marco mental es un desgaste continuo de energías que mantiene ocupados a los cuadros directivos de estos organismos en fijar objetivos, diseñar estrategias, identificar prioridades de acción, evaluar sus proyectos y programas y diseminar miles de documentos bien intencionados pero rápidamente irrelevantes. A pesar de toda esta parafernalia, y no gracias a ella, con alguna frecuencia la ayuda externa tiene cierta efectividad. Ello ocurre cuando unos cuantos funcionarios comprometidos, trabajando en el terreno y haciendo lo posible por liberarse de esta camisa de fuerza logran formar parte de un proceso flexible de adaptación y búsqueda continua de nuevas maneras de hacer las cosas en colaboración con la gente local. Es decir, operando al borde del caos: esa frontera difusa entre el mundo ordenado jerárquico, y rígido de la burocracia, de un lado, y el mundo donde todo es aleatorio, no hay estructura ni evolución, del otro.

La pieza central (y auto-contenida) de este agudo libro es la teoría de la complejidad y su relevancia para las ciencias sociales y la economía. Incluso para quienes no tienen interés alguno en la ayuda externa, las cien páginas que el autor dedica a este tema justifican plenamente este libro. La complejidad es el mundo intermedio entre la organización y el caos; es el mundo de los sistemas donde hay numerosas interdependencias y retroalimentaciones, donde los cambios no son lineales, y donde ocurren grandes transformaciones cuyos resultados son impredecibles. El clima es uno de esos mundos. Cualquier sociedad humana lo es también.

No todo lo que existe es complejo: el reto para el científico y para el practicante de cualquier disciplina es discriminar entre los problemas simples y los complejos y escoger las herramientas analíticas y los métodos de trabajo según el caso. Medida con este rasero, la economía es una disciplina muy bien equipada para los problemas simples, pero muy deficiente para enfrentar asuntos complejos. En un símil con la física, la economía trata de entender con los reglas de un mundo newtoniano tanto el universo multidimensional de las sociedades donde opera la relatividad, como el microcosmos de los individuos donde opera la indeterminación.

Aunque el autor mantiene un tono optimista sobre la capacidad de los organismos de ayuda externa para reformarse en la dirección que exigiría la complejidad del mundo del desarrollo internacional y humanitario, es difícil creer que eso pueda ocurrir. Estos organismos pueden sobrevivir con un mínimo de adaptación, justamente porque los que operan a su alrededor son más adaptables y aprenden más rápidamente a aprovecharlos como les resulte mejor, sin malgastar esfuerzos en transformarlos.

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