Productores de café claman por protección
(Columna publicada originalmente en Bloomberg como “Colombian Coffee Growers Reprise Export Protectionism” el 22 de marzo de 2013)
El paro cafetero en Colombia es una nueva modalidad para buscar lo mismo de siempre: que el gobierno proteja a los caficultores de lo que ocurre en el resto del mundo.
Durante la última década, la voraz demanda de materias primas por parte de China ha generado un boom exportador sin precedentes en América Latina. Si bien los beneficios de este boom han contribuido a la popularidad de algunos líderes políticos de la región, algunas de las características de esta bonanza traen consigo las semillas de su propia destrucción.
Los enormes flujos de divisas e inversión extranjera directa hacia América Latina producto de la actual bonanza exportadora, en conjunto con las políticas monetarias expansivas impulsadas por el gobierno norteamericano, han generado presiones revaluacionistas sobre las monedas latinoamericanas en relación con el dólar. Esta tendencia ha perjudicado a algunos sectores exportadores quienes han clamado a sus gobiernos por políticas que contrapesen los efectos de la revaluación.
Probablemente, los exportadores se saldrán con la suya. Los países de América Latina tienen un modelo económico de larga tradición basado en las exportaciones de bienes primarios provenientes de sectores agrícolas y mineros. Este comenzó en la década de 1870, cuando la élite latinoamericana promovió la integración de la región a la economía global basándose en un modelo de división mundial del trabajo en el que el continente se especializó en la producción y exportación de materias primas, mientras que las naciones desarrolladas hacían lo mismo con bienes manufacturados.
La Gran Depresión generó una fuerte presión en el status quo. En Colombia, por ejemplo, en aquel momento la economía dependía de forma sustancial de las exportaciones de café, mientras que su política monetaria estaba suscrita al patrón oro. Este último trajo una estabilidad monetaria que reemplazó al caos que dominó varias décadas del siglo XIX. A medida que la Depresión empeoró las condiciones económicas globales, los exportadores de café crearon una organización (la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, o FNCC), con el fin de tener un mecanismo de acción colectiva para defender sus intereses.
Devaluación inmediata
Tras su creación, la FNCC hizo un llamado al gobierno para devaluar la moneda local con respecto al dólar con el fin de compensar las pérdidas generadas por la Gran Depresión. Este tipo de política, sin embargo, no era posible dada la adherencia de Colombia al patrón oro, lo que por su propia naturaleza le daba bastante inflexibilidad al gobierno en términos de política monetaria. A pesar de este obstáculo de índole estructural, la FNCC presionó al gobierno para hacer un cambio en la política existente.
Inicialmente el gobierno se opuso a cambios en la política monetaria e hizo lo posible para mantener la paridad con el patrón oro a través de costosas políticas de control cambiario. La FNCC, sin embargo, no se dio por vencida y mantuvo su presión hasta que finalmente en 1931 logró que el gobierno cediera abandonando el patrón oro y devaluando fuertemente la moneda en 1932.
El cambio en la política monetaria no fue suficiente para la FNCC. Tras la devaluación, esta organización creó gradualmente una relación simbiótica con el gobierno con el fin de que la política monetaria se planeara y condujera de manera favorable a los intereses cafeteros. Por ejemplo, en 1931, después de una campaña liderada por la FNCC, el gobierno estableció una institución financiera para ofrecer préstamos competitivos para la industria cafetera y subsidios para pagos de préstamos preexistentes.
La FNCC también logró gran influencia en materia de política exterior colombiana. La comisión del gobierno colombiano que hizo lobby en Washington para mantener libres de aranceles a las importaciones de café en los Estados Unidos incluía entre sus participantes a miembros de la FNCC.
El apoyo gubernamental no paró ahí. Posteriormente la FNCC, bajo el amparo del gobierno, creó una flota mercante para transportar café a mercados externos y estuvo directamente involucrada en la promoción del producto en el exterior. Estas políticas fueron acompañadas con gravámenes mínimos y esquemas tributarios especiales de devolución de los impuestos que pagaban los cafeteros. Tras la década de los treinta, la FNCC contaba con una voz influyente en el Ministerio de Hacienda así como en el Banco Central, que usaba para orientar las políticas macro a su favor.
Esto dio lugar a un fenómeno que puede ser descrito como proteccionismo exportador y que desarrollamos con mayor detalle en un documento académico pronto a publicarse. El historiador Marco Palacios comparó la relación entre el gobierno y la Federación con un matrimonio católico indisoluble. Esta unión persiste hoy en día. Si bien las exportaciones de café ya no son tan importantes para la economía colombiana, la revaluación de la moneda colombiana ha llevado a los productores de café a hacer sentir de nuevo su músculo político.
En febrero y marzo de 2013, los cultivadores de café organizaron un paro con el fin de presionar al gobierno a protegerlos nuevamente, cosa que consiguieron con el compromiso del presidente Juan Manuel Santos de pagar un generoso subsidio que equivale aproximadamente al 20% del precio externo del grano. A pesar de la ayuda otorgada por el gobierno, en semanas recientes se han presentado nuevas peticiones y protestas por parte del sector, arguyendo demoras y cobertura incompleta en el pago de los subsidios gubernamentales. Las amenazas de nuevos paros penden como una espada de Damocles sobre el gobierno. Nuevos instrumentos de lucha, los mismos objetivos de siempre.
To contact the writers of this post: Marcelo Bucheli at mbucheli@illinois.edu Luis Felipe Saenz at saenz3@illinois.edu
