Ahorrar Más para Mejorar la Infraestructura

Keyword: 
Infraestructure
Topic: 
Infraestructure - Transport - Water

 This article is part of the Online Forum: Rethinking Reforms

La relación entre ahorro e inversión es como el interrogante sobre el huevo y la gallina: no se sabe cuál viene primero. Pero independientemente de la discusión sobre la dirección de causalidad entre ahorro e inversión, es indudable América Latina y el Caribe necesita más de ambas. Veamos porqué.

Que la región tiene un problema de infraestructura casi que no requiere explicación. Existe una brecha en términos de calidad y cantidad del stock de infraestructura física en América Latina y el Caribe si se compara con i) las necesidades de la región, ii) las economías avanzadas, y iii) los países asiáticos emergentes. La brecha de infraestructura es visible en el transporte y en las deficientes redes de comunicación; en la baja capacidad de generar energía para abastecer la demanda creciente; y en los servicios de agua y saneamiento. De acuerdo al último reporte global de competitividad del Foro Económico Mundial, la calidad de la infraestructura en América Latina y el Caribe es baja. En números, de acuerdo al Foro Económico Mundial, en la escala de 1 (peor) a 7 (mejor), la calidad de la infraestructura en la región es 3.6, mientras que en Asia emergente es 5.4 y en los países avanzados es aún mayor. 
Calidad de la infraestructura Latinoamérica

Los países de América Latina y el Caribe invierten en promedio sólo 2.5% del PIB en infraestructura por año.1 Esto es insuficiente para mejorar la cantidad y calidad de stock de capital. Se estima que si se pudiera duplicar la tasa de inversión, la tasa de crecimiento económico de largo plazo se podría acelerar en 2 puntos porcentuales por año. Es más, si  se pudieran sostener tasas de inversión del orden del 4– 6% del PIB por 20 años, se eliminaría el déficit de infraestructura que la región tiene en relación al Asia emergente.2 Lo que es menos evidente, es que para aumentar la inversión en infraestructura, a su vez hay que incrementar el ahorro interno. Esto es así porque la inversión en infraestructura requiere financiamiento de largo plazo en moneda nacional, el cual sólo se consigue de manera sostenida a través del ahorro interno.

En la región, el ahorro interno no llega al 20% del PIB, mientras que en Asia emergente supera holgadamente el 30%. Más aún, el país que más ahorra en América Latina y el Caribe ahorra menos que el país de Asia Emergente menos ahorrador.

Distribución del ahorro

¿Se podría aumentar la inversión en infraestructura recurriendo al ahorro externo? No de manera sostenible.

En primer lugar, las entradas de capital extranjero tienden a ser volátiles; además, la mayoría del financiamiento internacional a los países en vías de desarrollo se presta en moneda extranjera.3 Estas características no son compatibles con el tipo de financiación que requiere la inversión en infraestructura. De hecho, la evidencia internacional indica que el ahorro externo no es una fuente fiable de financiación del capital interno en los países en vías de desarrollo.4

En segundo lugar, si bien las inversiones externas directas (IED) –el componente menos volátil de los flujos de capital a la región– han aumentado en los últimos años, sólo alrededor del 10% de las entradas de cápita en la región han sido destinadas a inversiones en infraestructura, lo cual no basta para financiar sus necesidades de inversión.

En tercer lugar, hay complementariedades entre el ahorro interno y externo. Concretamente, el ahorro interno actúa como una especie de garantía que estimula la participación de los inversionistas extranjeros en proyectos de infraestructura, es decir, al ahorrar e invertir localmente, los residentes revelan información sobre la calidad de las oportunidades de inversión a los potenciales inversionistas extranjeros, que tienen menos información. Esto facilita las inversiones en un mundo de información asimétrica.5

En cuarto lugar, hay evidencia de que en los entornos de bajo ahorro interno, el aumento de las inversiones públicas suele desplazar a las inversiones privadas, dificultando así el aumento de la inversión total.6

¿Qué pueden hacer los países para aumentar el ahorro interno de manera sostenible? Del análisis que se presenta en Capítulo 7 del Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe de 2013, se extraen las siguientes conclusiones: 

  • El ahorro privado es crucial para aumentar el ahorro interno y para mantener tasas de ahorro más altas a lo largo del tiempo. La austeridad del gobierno por sí sola puede no ser suficiente a menos que vaya acompañada de políticas que promuevan el ahorro privado. Los responsables de las políticas deberían mirar con nuevos ojos las reformas de los sistemas de pensiones, la estructura de los regímenes tributarios y las políticas sociales, teniendo en cuenta su impacto en los incentivos para el ahorro privado.
  • Es preciso adoptar y perseverar en políticas macroeconómicas prudentes para promover el ahorro privado. Pocas personas ahorran voluntariamente en economías que están periódicamente sujetas a la volatilidad y donde el valor real de los ahorros se deteriora con el tiempo. En América Latina y el Caribe no hay evidencias concluyentes de que el sector privado ahorre inadecuadamente, simplemente que no ahorra lo suficiente localmente.
  • Las políticas fiscales tienen un rol que jugar en la promoción del ahorro interno. Por el lado del gasto, el gobierno puede promover un mayor ahorro interno mediante políticas de reorientación del gasto, es decir, desplazando los gastos corrientes por gastos de capital. Además, esto sería compatible con las respuestas de políticas óptimas para gestionar ingresos extraordinarios provenientes de los auges transitorios en los precios de los productos primarios.
  • Aumentar el ahorro previsional redundaría en mayor disponibilidad de financiamiento de largo plazo en moneda local, justamente el tipo de financiamiento requerido para la inversión en infraestructura. El total de los activos gestionados por los fondos de pensiones está aumentando en muchos países, pero podría crecer más rápido reduciendo la informalidad y disminuyendo los costos de administración y participación en dichos fondos, puesto que de esa manera aumentarían los afiliados.
  • Incorporar el objetivo de promover el ahorro interno en el proceso de formulación de políticas públicas contribuiría a evitar errores costosos. Las políticas para promover el ahorro interno deberían ser internamente coherentes. Por ejemplo, los efectos positivos sobre el ahorro interno que se podrían obtener a partir de una buena reforma previsional podrían ser anulados por las consecuencias no deseadas de otras políticas del gobierno en el mismo ámbito previsional.
  • Los esfuerzos para aumentar el ahorro deben complementarse con mecanismos que permitan que el ahorro interno y externo fluya hacia inversiones en infraestructura. Aunque la región pudiera milagrosamente aumentar los ahorros de un día para otro, los marcos regulatorios engorrosos y anticuados, así como la baja capacidad burocrática, son limitaciones que impiden aumentar la inversión en infraestructura.
  • Por último, la calidad de la inversión es esencial. El factor más importante para elevar la calidad de las inversiones en infraestructura es la selección de los proyectos. Es crucial seleccionar proyectos con el mayor impacto y, por lo tanto, es fundamental que los países creen instituciones capaces planificar, de efectuar análisis de costo-beneficio adecuados, y de hacer seguimiento permanente y evaluación de las obras.

Más allá de las políticas específicas que es preciso implementar, es necesario que éstas sean persistentes a lo largo del tiempo. Para evitar la trampa de los bajos ahorros se requiere crear capacidades institucionales, fortalecer el estado de derecho y consolidar marcos estables de política macroeconómica. Ninguno de estos objetivos se alcanza de un día para otro. Una buena noticia es que debido a la mayor resistencia de la región a la volatilidad macroeconómica y a las bajas tasas de interes globales, los países latinoamericanos y caribeños tienen actualmente una excelente oportunidad para implementar políticas que fomenten el ahorro interno y la inversión en infraestructura.


1. Calderón y Servén (2010).

2. Fay y Morrison (2005).

3. La emisión de bonos soberanos internacionales en moneda local sigue siendo limitada. Esto podría deberse a la ventaja de liquidez de la que el dólar de Estados Unidos y otras pocas divisas globales siguen disfrutando en los mercados financieros. Ver Powell (en prensa).

4. Ver Aizenman, Pinto, y Radziwill (2007).

5. Ver Aghion, Comin, y Howitt (2006).

6. Ver Cavallo y Daude (2011).


Referencias

Aizenman, Pinto, B. y Radziwill, A. (2007) “Sources for Financing Domestic Capital – Is Foreign Saving a Viable Option for Developing Countries?,” Journal of International Money and Finance.26 (5): 682-702.

Aghion, P., Comin, D. y Howitt, P. (2006) “When Does Domestic Saving Matter for Economic Growth,” NBER Working Papers 12275.

Calderon y Serven (2010) “Infrastructure in Latin America,” Policy Research Working Paper 5317, World Bank

Cavallo, E. y Daude, C. (2011) “Public Investment in Developing Countries: A Blessing or a Curse?,” Journal of Comparative Economics, 39(1), 65-81.

Fay, M. y Morrison, M. (2005) “Infastructure in Latin America & the Caribbean: Recent Developments and Key Challenges,” Report 32640-LCR, The World Bank.

 

 

 

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