¿Cómo enfrentar las crisis financieras? Algunas respuestas latinoamericanas a las preguntas europeas

Keyword: 
Financial crisis
Topic: 
Financial Economics

Numerosos países periféricos de la zona euro están sufriendo problemas financieros y de competitividad que recuerdan dificultades vividas en América Latina. En un artículo reciente, nos hemos concentrado en aspectos en los que la experiencia de América Latina en materia de crisis y de recuperación ofrece lecciones útiles para los problemas actuales en Europa.

Algunas respuestas latinoamericanas

No dejarse paralizar por el miedo al riesgo moral. La experiencia de América Latina demuestra la necesidad de proporcionar un apoyo rápido y suficiente de liquidez externa para aliviar la tensión financiera e impedir que se convierta en una crisis. El riesgo moral no ha sido un problema en los rescates financieros externos en América Latina porque los países pagaron sus obligaciones bajo estrictos acuerdos de cumplimiento y, por lo tanto, internalizaron todos los costos y beneficios de la ayuda oficial externa sin dar lugar a comportamientos oportunistas. Por el contrario, podría sostenerse que el limitado apoyo externo fue una de las causas de la profundidad de los grandes colapsos en América Latina. 

Tratar los problemas de los fundamentos económicos, no sus síntomas. Los rescates financieros son necesarios, pero puede que no suficientes para resolver las crisis financieras. La experiencia de fracaso de América Latina con el Plan Baker para el manejo de la deuda en los años ochenta demuestra que si en la raíz de las dificultades financieras hay problemas subyacentes fundamentales, un sostenido apoyo de liquidez externa no es por sí solo un remedio. Incluso se vuelve contraproducente porque permite que la enfermedad se extienda progresivamente al tiempo que infecta a los proveedores oficiales de liquidez con riesgo de crédito, lo cual conduce a la fatiga del apoyo financiero oficial. El fracaso del constante apoyo de liquidez a los países europeos en crisis para resolver sus dificultades financieras sugiere que el debate debería centrarse en cuestiones fundamentales: reformas estructurales para crecer y, donde sea necesario, reestructuraciones bancarias y de deuda. 

Recortar la deuda excesiva. El exceso de deuda pública es perjudicial para el crecimiento porque actúa como un impuesto implícito a las inversiones, sobre todo en ausencia de reglas claras para su solución. En general, los gobernantes tienden a postergar el reconocimiento de que la reducción de la deuda es necesaria, lo cual conduce a contracciones fiscales contraproducentes, un estado de recesión prolongado y, en ocasiones, al estallido social o la inestabilidad política. La experiencia de América Latina con el Plan Brady en los años noventa demuestra que una reducción ordenada de la deuda en un entorno económico adecuado para el crecimiento puede ser la solución para recuperar el  crecimiento y estimular nuevos flujos de capital. En estas condiciones, las preocupaciones acerca de la posible reticencia del mercado para invertir después de una reestructuración de la deuda no han sido confirmadas por la experiencia en América Latina. 

Aislar los riesgos bancarios. Otra lección relevante de América Latina es que los riesgos de crisis bancarias combinados con los riesgos de crisis de la deuda soberana son una mezcla explosiva porque ambos se alimentan mutuamente. Si los problemas de los bancos requieren la inyección de capital, la solución de la crisis bancaria debe implementarse cuidando de minimizar los pasivos fiscales emergentes. En la experiencia de América Latina, algunos de los métodos utilizados con este fin fueron: la privatización de bancos públicos con problemas; la liquidación -no la recapitalización- de algunos bancos; y un enfoque minimalista para abordar sólo los bancos con problemas y circunscribir el apoyo a las funciones clave del sistema bancario, como el sistema de pagos. 

Cambiar los malos hábitos después de la rehabilitación. Aparte de limpiar los efectos de los excesos incurridos, una solución exitosa de la crisis requiere restablecer el crecimiento económico a futuro para disminuir la carga de la deuda, mejorar los activos bancarios y disminuir la probabilidad de dificultades políticas. El apoyo oficial externo a las economías con problemas puede dar un margen de tiempo para que las economías se ajusten, pero no es un sustituto de las reformas para reducir las vulnerabilidades estructurales y restaurar el crecimiento a largo plazo. La experiencia latinoamericana demuestra que las crisis coadyuvan a que se implementen reformas para potenciar el crecimiento, sobre todo en entornos institucionales favorables.

Cuidarse de la redenominación de la moneda. Una depreciación discreta del tipo de cambio real para recuperar rápidamente la competitividad, tan habitual en la experiencia de recuperación de América Latina, requeriría la reimplantación de las monedas locales en el caso de los países de la zona euro. La debacle argentina de 2002 –cuando el colapso del régimen de convertibilidad condujo a la “pesificación” de los contratos en dólares y a controles a la dolarización financiera– ofrece un ejemplo de los grandes riesgos que entraña renegar de un  sistema monetario bajo presión. A su vez, los efectos secundarios de una crisis de salida del euro probablemente amenazarían la estabilidad financiera de los países centrales de la zona euro. 

Algunas preguntas europeas pendientes

Los países de la zona euro en crisis, que no tienen control de su moneda, están atrapados entre la espada y la pared cuando se trata de ganar competitividad y, por lo tanto, alentar perspectivas de recuperación. La receta normal de  devaluación nominal requeriría abandonar el euro, lo cual en nuestra opinión sería catastrófico para el país que intentara reimplantar su moneda local, al punto que debería evitarse en la medida de lo posible. Al mismo tiempo, el ajuste natural del mercado hacia una depreciación efectiva del tipo de cambio real por la vía de una inflación nacional más baja es lento y recesivo, sobre todo con salarios rígidos. Vale la pena explorar políticas alternativas de competitividad por la vía de la devaluación fiscal, aunque su funcionamiento es presumiblemente lento y puede que su alcance sea insuficiente. 

Por otro lado, la existencia de instituciones a nivel de la Unión Europea crea posibilidades que nunca existieron en América Latina.  Las instituciones supranacionales, como el Banco Central Europeo o la unión bancaria en estudio, tienen amplios recursos y están preparadas para complementar las políticas nacionales en materia de deuda soberana, el sistema bancario y el apoyo general de la balanza de pagos. Ninguna de estas condiciones de cooperación regional estaba presente en para apoyar a los países latinoamericanos, que sólo podían contar con préstamos multilaterales prioritarios, limitados y no necesariamente fiables.   En particular, la cooperación europea puede hacer mucho para ayudar a los países en crisis de la zona euro a recuperar la competitividad, permitiendo un mayor nivel de inflación y complementando la devaluación fiscal en las economías menos competitivas con una revaluación fiscal en los países centrales de la zona euro. 

Sin embargo, el hecho de que la zona euro tenga más instrumentos para lidiar con los complejos problemas actuales de los países periféricos de Europa no es una garantía de éxito. La colaboración puede fallar por falta de unidad política. De haberla, un apoyo financiero demasiado permisivo puede llevar a riesgo de repago, abriendo la puerta al riesgo moral. Si los instrumentos de cooperación disponibles no se usan eficazmente, puede que los países en crisis en Europa terminen teniendo problemas más grandes que los de América Latina. 

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