Desempeño en matemáticas, elección de carreras y brecha salarial

Keyword: 
Education
Gender
Topic: 
Education - Health
Gender Economics
Labor

Artículo publicado originalmente en el diario El Pulso de Chile

Niñas estudiando

A partir de la cohorte nacida en 1968, las mujeres en América Latina han alcanzado una mayor educación que los hombres. Este fenómeno se magnifica si observamos a las mujeres que están en la fuerza de trabajo, 26% de las trabajadoras tenían educación superior completa o incompleta en el año 2007; en contraste, sólo el 17% de los hombres trabajadores tenían ese nivel de educación. Chile no es una excepción, de hecho, según datos del Consejo Nacional de Educación en 2012 la matrícula de mujeres en las universidades chilenas superó en un 8,8% a la de los hombres, fenómeno que se repite desde hace al menos cinco años y que también se verifica en el resto de las instituciones de educación superior.

A pesar de estos logros en años de educación, las mujeres en América Latina tienen peores resultados que los hombres en los test estandarizados de matemáticas. Los resultados de la prueba PISA que administra la OECD muestran que en 7 de los 9 países de América Latina que participaron en la prueba del año 2009 -entre ellos Chile- los niños de 15 años tuvieron mejores resultados en matemáticas en comparación a las niñas. Una situación que se agudiza si nos focalizamos en los estudiantes de alto desempeño: del 1% de los alumnos con mejores resultados en la Prueba PISA 2009 de matemáticas un tercio fueron mujeres. Esto es 1700 niñas, de las cuales sólo 2 (0,1%) eran latinoamericanas, a pesar de que América Latina representa el 21% del total de niñas que rindieron esta prueba.

A nivel nacional también se verifica el mismo fenómeno, tanto en las Pruebas SIMCE como en la Prueba de Selección Universitaria (PSU). En la Prueba SIMCE de 4° básico del año 2010, por ejemplo, las niñas obtuvieron 4 puntos menos que los niños; en la prueba de 8° básico del año 2009 la diferencia en contra de las mujeres fue de 9 puntos, lo mismo que en la de 2° medio del año 2010, todas diferencias significativas estadísticamente. Las mujeres también obtienen 26 puntos menos que los hombres en la PSU de matemáticas.

La pregunta que surge es por qué preocuparse de la brecha en contra de las mujeres en matemáticas, en vez de focalizarse en sus ventajas en lenguaje o, como se menciona más arriba, en el mayor nivel de educación que logran. La razón es que, a diferencia de las pruebas estandarizadas de lenguaje, los resultados en matemáticas son un buen predictor de los ingresos futuros. Efectivamente, una serie de trabajos muestran consistentemente que hay un efecto positivo y estadísticamente significativo del desempeño en matemáticas sobre los ingresos laborales futuros, aunque la magnitud del efecto varía entre los distintos estudios. De aquí que el análisis empírico de la brecha de género en matemáticas y sus posibles explicaciones ha generado gran interés a nivel académico. Así, los estudios intentan responder en qué medida existen diferencias innatas entre hombres y mujeres que explicarían esta brecha o si ésta se debe más bien a razones socio-culturales (estereotipos) a nivel del hogar o de la escuela y la sala de clases como, por ejemplo, efecto pares, expectativas y trato diferenciado de los profesores y profesoras. La evidencia disponible muestra que las diferencias se explican en gran medida por razones socio-culturales, las que por cierto son modificables con políticas adecuadas.

La brecha en el desempeño en matemáticas podría ser una de las razones por la cual las mujeres tienden a estar sub-representadas en las profesiones mejor pagadas en el mercado laboral como, por ejemplo, ingeniería y ciencias informáticas, concentrándose más bien en carreras como sicología, educación o enfermería, las cuales conllevan salarios más bajos. Estas diferencias en la elección de carreras se manifiestan tempranamente. PISA les preguntó a los alumnos de 15 años que rinden la prueba qué esperaban estar haciendo en torno a sus 30 años. Si bien el número de estudiantes que aspiraba a una carrera de ingeniería o informática varía de país en país -con porcentajes más elevados en Chile, México y Polonia, y porcentajes bajos en Finlandia y Países Bajos-, en ningún país de la OECD el número de niñas que aspiraba a estudiar ingeniería e informática superó al número de niños. En promedio, casi cuatro veces más los niños que las niñas esperaban trabajar en este campo, diferencia que se observa aún entre los estudiantes con mejores resultados académicos. En carreras vinculadas a la salud que implican el cuidado de personas ocurre lo contrario.

Más aún, es interesante notar que incluso al interior de una profesión existe segregación por género. La Encuesta Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje de la OECD (TALIS, 2009), por ejemplo, mostró que casi el 70% de los profesores de educación secundaria eran mujeres; sin embargo, la mayor parte de ellas (79%) tendían a enseñar lenguaje, mientras que sólo el 49% enseñaba matemáticas. Estas diferencias entre hombres y mujeres en la elección de carreras es uno de los factores que conducen a un mercado laboral segregado por género.

Lo anterior, a su vez, puede ser una de las razones por las que, a pesar de que en la última década se ha reducido la brecha salarial entre hombres y mujeres, ésta aún persiste. De hecho, un estudio reciente del BID, que utiliza encuestas de hogares de 18 países de América Latina y el Caribe, estima que en el año 2007 los hombres ganaban 17% más que mujeres con los mismos años de educación y otras características de capital humano (25% más en el caso de Chile en el año 2007). Parte de esta brecha salarial se explicaría precisamente por el hecho que las mujeres se concentran en profesiones peor remuneradas en el mercado laboral.


 

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