Los castigos físicos pueden afectar el desarrollo cerebral de los niños
Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 12 de Julio del 2021.
El castigo físico es muy común en América Latina y el Caribe. Un estudio encontró que niños que recibieron castigos físicos en sus primeros años de vida tenían, en general, un funcionamiento cerebral atípico en comparación a aquellos que no habían sido castigados físicamente. En este artículo te contamos más sobre esta investigación sobre los castigos físicos y sus implicaciones para el desarrollo infantil.
Las palmadas, correazos y otros castigos físicos siguen siendo comunes al interior de los hogares. Como discutí en una entrada anterior de este blog, en el mundo, y en América Latina y el Caribe en particular, aproximadamente dos de cada tres niños menores de cinco años son castigados físicamente. A la fecha, tan sólo 63 países han aprobado leyes prohibiendo expresamente el castigo físico, dejando a millones de niños sin protección legal.
La alta prevalencia del castigo físico y la permisividad social y legal con esta práctica resulta preocupante, considerando que castigar físicamente a los niños puede comprometer su desarrollo cognitivo, emocional y social, su salud mental y su bienestar futuro. En una investigación reciente encontramos que el castigo físico también podría afectar su desarrollo cerebral.
Castigos físicos y desarrollo cerebral infantil
La neurociencia, la pediatría, la psicología del desarrollo y otras ciencias han demostrado que la exposición a adversidades – como la pobreza o violencia – en ausencia de un cuidado cariñoso y sensible desencadena niveles elevados de estrés y respuestas biológicas que eventualmente pueden comprometer el desarrollo de la arquitectura cerebral. Dado que el castigo físico produce dolor, miedo y estrés y suele ser infligido por los cuidadores principales de los niños, nuestra hipótesis de estudio fue que las consecuencias neuronales del castigo físico serían muy parecidas (es decir, en las mismas áreas cerebrales) a aquellas de otras formas más severas de violencia.
Para el estudio utilizamos una muestra de 302 niños entre los 10 y 11 años, quienes participaron en una prueba de neuroimagen. En esta prueba, un escáner capturaba las respuestas neuronales de los niños a imágenes amenazantes (por ejemplo, rostros expresando miedo). Para los análisis nos enfocamos en una submuestra de 147 niños, excluyendo a niños que habían experimentado formas más severas de violencia (por ejemplo, abuso sexual) para así poder identificar de mejor forma el posible efecto del castigo físico descontando el efecto de otras formas de violencia.
Nuestros resultados mostraron que los niños que habían sido castigados físicamente en la infancia tenían una respuesta neuronal atípica en áreas de la corteza prefrontal en comparación a niños no castigados físicamente al observar la imagen amenazante. En general, estas áreas del cerebro se involucran en procesos cognitivos y emocionales relacionados con la identificación de amenazas contextuales y la regulación emocional.
Las diferencias en el funcionamiento cerebral identificadas en nuestro estudio sugieren que los castigos físicos pueden tener consecuencias biológicas que potencialmente conducirían a problemas cognitivos y emocionales. De hecho, la evidencia muestra que niños castigados físicamente suelen tener mayores problemas de agresividad, salud mental y académicos a lo largo de sus vidas.
Es fundamental trabajar por la eliminación de los castigos físicos en la crianza de los niños
Los resultados de nuestro estudio sugieren el castigo físico es una práctica riesgosa que puede comprometer el pleno desarrollo y salud de los niños. Fuera de esto, el castigo físico constituye una violación de los derechos de los niños respecto a su dignidad, integridad y protección para que puedan crecer y desarrollarse sanamente.
En consecuencia, es fundamental que los países de la región, las ONG, la academia, los pediatras, las organizaciones sociales y religiosas, y los padres y familias trabajen activamente por la erradicación del castigo físico. Para esto, es importante trabajar en el cambio de normas sociales que legitimen la violencia, cuidar la salud mental y bienestar de las familias y brindar información sobre prácticas de crianza positivas y los riesgos de los castigos físicos para el desarrollo infantil. En la situación actual de pandemia y aislamiento social los medios de comunicación masiva y la atención no presencial a las familias cobran un papel fundamental.
Ahora que conoces sobre las posibles consecuencias del castigo físico en el funcionamiento cerebral de niños, comparte esta información y cuéntanos tu opinión en la sección de comentarios
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