El alto costo del COVID-19 para los niños

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Este post apareció originalmente en el blog Primeros Pasos – Blog del BID sobre Primera Infancia, el 4 de Mayo del 2020. El equipo de primera infancia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) esta trabajando para proteger a los más pequeños de la región. 


Alrededor de 19,6 millones de niños que pertenecen al nivel prescolar se encuentran temporalmente fuera de las aulas debido al COVID-19 (esto es, menores de 5 o de 6 años, según la estructura de este nivel en cada país). Todo indica que entorno al 90% de los centros de primera infancia de la región permanecerán cerrados mientras continúen las medidas de cuarentena. A esto se suma que los servicios de acompañamiento familiar que regularmente operan a través de visitas domiciliarias o de encuentros grupales, también estarán temporalmente suspendidos respetando las normas necesarias de distanciamiento social impuestas.

Esta disrupción en los servicios, y al interior del hogar, no tiene precedentes y, a menos que se actúe rápido, las consecuencias en el desarrollo infantil pueden ser devastadoras. Los niños (en  particular quienes viven en situación de pobreza) se encuentran entre los más vulnerables ante las consecuencias económicas de una crisis, son los que primero quedan desatendidos y, casi siempre, en los que menos se invierte. Esta pandemia los ha invisibilizado aún más, en parte, porque desde el punto de vista médico, el virus les afecta en menor medida.

Si a las brechas de desarrollo infantil ya existentes  en la región le sumamos la agudización de la pobreza debido a la pérdida de empleo de los adultos por las restricciones impuestas, el acceso desigual a los servicios de salud y saneamiento, el limitado conocimiento sobre herramientas virtuales de aprendizaje y las brechas en las capacidades parentales, el resultado puede ser una catastrófica pérdida de capital humano. Ante esta realidad, desde el equipo de primera infancia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estamos trabajando para proteger a los más pequeños de América Latina y el Caribe.

Para apoyar a los niños, debemos empezar por atender a sus familias

Las consecuencias de la interrupción de servicios de atención a la primera infancia van más allá de las netamente educativas. De hecho, un artículo reciente muestra que puede haber efectos negativos sobre la salud física y mental de los niños durante la cuarentena. No solo pueden volverse físicamente menos activos, tener más tiempo frente a una pantalla, desarrollar patrones de sueño irregulares y dietas menos saludables, sino que, y quizás más importante, su salud mental puede verse afectada por la falta del contacto personal con compañeros de clase, amigos y maestros, es decir, la falta de socialización.

En la situación actual de confinamiento, millones de madres y padres deben asumir el rol de promotores del desarrollo de sus hijos. Es así, que las prácticas de cuidado y crianza se vuelven particularmente cruciales. Muchos programas mantienen el contacto regular con sus familias usuarias a través del monitoreo de la salud y bienestar de los niños vía telefónica o enviando las actividades que se desarrollarían en la visita domiciliaria a través de vídeos enviados por WhatsApp, entre otros.

La atención del sector público a los niños durante la emergencia en América Latina y el Caribe

En estas circunstancias, existen tres retos fundamentales a los que están respondiendo los gobiernos:

  1. AlimentaciónGarantizar la provisión segura de alimentos es crucial durante la primera infancia y esto, usualmente se llevaba a cabo en los centros de cuidado o prescolares. Para atender la continuidad de este servicio, varios países usan medios alternativos de distribución permitiendo que las familias recojan los alimentos en los centros o asegurando su entrega en los hogares.
  2. Entorno psicosocial y socioemocional. Continuar promoviendo el juego, las interacciones cálidas y receptivas y las prácticas de disciplina positiva, a pesar de los altos niveles de estrés y ansiedad que enfrentan los cuidadores y las familias, es fundamental para un desarrollo adecuado de los niños.
  3. Protección social. Brindar apoyo financiero a todas aquellas familias en riesgo de exclusión social o situación de vulnerabilidad debe ser prioridad ya que la ausencia de una fuente de ingreso de los cuidadores o familiares adultos puede, entre otras cosas, afectar directamente el desarrollo de los niños.

En el BID estamos trabajando en estrategias de apoyo a los programas ofreciendo herramientas para que las familias, los maestros y el personal de los servicios de primera infancia desempeñen este importantísimo rol. Apuntamos a cubrir las siguientes áreas detalladamente en una nota de política de próxima publicación.

  1. Programas de trabajo con familias (en hogares, centros de salud, grupos)
  2. Centros de cuidado infantil
  3. Prescolares
  4. Protección social
  5. Nutrición y salud
  6. Difusión de conocimiento (tablero de control, curso en líneaartículosplataforma)

Es imprescindible que estas estrategias se diseñen de forma tal que lleguen a quienes las necesiten. Desde el BID seguiremos apoyando a los países de América Latina y el Caribe para mitigar el impacto que esta crisis puede tener en los niños y niñas de la región. Por esa razón, nos unimos a otras organizaciones en pro de la primera infancia para hacer un Llamado a la Acción para el Desarrollo Infantil Temprano y COVID-19. Juntos debemos priorizar la protección y el apoyo a los niños y sus cuidadores durante la respuesta y recuperación del COVID-19.

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