No hay dos Méxicos

Keyword: 
Economic growth
Topic: 
Macroeconomics - Economic growth - Monetary Policy

La consultoría McKinsey difundió recientemente un interesante estudio sobre la economía mexicana. Se trata del trabajo titulado "Una historia de dos Méxicos: prosperidad y crecimiento en una economía de dos velocidades", en el cual se muestra que la evolución de la productividad de las empresas mexicanas ha seguido un patrón dual: por una parte, un grupo de empresas que ha logrado enfrentarse exitosamente a la apertura y la globalización (algunas de ellas incluso se han convertido en multinacionales) y cuya productividad promedio ha crecido a una sorprendente tasa de 5.8% por año durante casi dos décadas; por la otra, un numeroso grupo de pequeñas empresas cuya productividad ha decrecido a una deprimente tasa de 6.5% por año en el mismo periodo. Dentro del primer grupo, se incluye a empresas como Femsa, Bimbo, Cemex, América Móvil, etc., mientras que en el segundo grupo se incluye a una enorme masa de micro y pequeñas empresas, la mayoría de ellas informales, cuya producción por trabajador ha decrecido significamente a partir de 1994.

Según el estudio mencionado, esta dualidad es la que ha impedido crecer a México: mientras que un sector de la economía es moderno, pujante, competitivo e incluso innovador, la otra parte de la economía está rezagada, es ineficiente y usa tecnología obsoleta. Mientras que una parte de la economía empuja a México a la alza, la otra lo detiene o lo retrasa. Peor aún, el estudio de McKinsey demuestra que el segundo grupo de empresas se está expandiendo más rápidamente que el primero.

Esta descripción de la economía mexicana ha sido interpretada por algunos como si tuviéramos un México de ganadores y uno de perdedores; un México del que debemos sentirnos orgullosos y uno del que deberíamos avergonzarnos. Hay quienes creen que la solución entonces es que las empresas perdedoras limiten a las ganadoras y hay incluso quienes opinan que algunas empresas "no le han echado suficientes ganas". Lo que no han entendido quienes asumen esta posición (que no es la de los autores del estudio, por cierto) es que no hay dos Méxicos, sino que ambos tipos de empresas son el resultado de una estructura económica y de un sistema que permite que unas empresas florezcan y se beneficien del entorno en el que se desarrollan (economías de escala, financiamiento, trato fiscal, etc.), mientras que otras, la gran mayoría, tiene que conformarse con sobrevivir, ya que no pueden competir con las empresas grandes precisamente por su pequeña escala, porque no tienen acceso al financiamiento, por los altos costos administrativos o regulatorios o, a veces, por la propia presión de las grandes empresas que afecta tanto sus ingresos como su productividad (es el caso de, por ejemplo, las Oxxo y las tiendas de barrio o de Bimbo y las panaderías locales).

Así que, contrario al título del estudio, no tenemos dos Méxicos, sino que tenemos uno solo, uno que genera las condiciones para que ahora tengamos una mayor heterogeneidad y polarización productiva. Esto implica que la estructura económica que permite que tengamos esas enormes empresas exitosas es la misma que conduce a la precariedad del resto de las empresas y que tiende a exacerbar las diferencias iniciales entre las mismas. Es por eso que el éxito de las primeras no se puede replicar tan fácilmente. El problema, entonces, no es que unas empresas sean productivas y las otras no, el problema es que las empresas del primer tipo no crecen lo suficientemente rápido, o bien, que no existen condiciones para que las empresas del segundo tipo puedan transformarse y pasar a formar parte del primer grupo. Evidentemente, nadie desea el fracaso o achicamiento de las empresas exitosas, sin embargo, es preciso entender que las causas de esta dualidad productiva son estructurales y que tienen muy poco que ver con la voluntad o las características individuales de los empresarios de uno u otro tipo. Es necesario eliminar también el mito de los incentivos a permanecer pequeño. Nadie quiere tener una empresa pequeña, poco productiva o ineficiente. En la medida en la que se entienda esto quizá podamos avanzar en el diseño de políticas públicas que permitan mejorar el potencial de crecimiento de la economía mexicana.


Este artículo fue originalmente publicados en el diario El Universal de México.

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